Dime, ¿dónde se entrampó tu vida? que dejó de fluir.
Dime ¿dónde perdiste la felicidad y el encanto por el vivir?
Dime ¿dónde y en qué lugar el resentimiento o el dolor te anclo?
Dime ¿dónde te vencieron las lágrimas?, que a partir de ahí, abandonaste tu sonrisa feliz.
Dime ¿dónde expiró tu esperanza? y dijiste ya no me importa vivir.
Dime ¿dónde el dolor del existir pudo más que el amor al vivir?
Dime ¿dónde te convertiste en mortal? y te diré desde donde te puedes sanar.
Porque ahí en la encrucijada, en el eje del tornado.
Donde existe el dolor mas profundo y lo que en la vida más te dolió.
En ese mismo lugar, donde está tu calvario y tu crucifixión.
¡Sí! ahí, ahí mismo están la redención y la bendición de la resurrección.
Ya que descubriendo la enseñanza escondidas, en el dolor aprendes a vivir.
Porque perdonando, revives.
Porque comprendiendo, aprendes a amar.
Porque sintiendo lo que el otro, te humanizas.
Porque dejando el pasado, es que con la vida puedes fluir.
Porque dejando que los muertos entierren a los muertos sigues el ritmo del vivir.
Porque viendo en el dolor, aprendizaje.
Es que la sabiduría se crea en ti.
Es que la sabiduría se crea en ti.
Porque vivir es: aprender, comprender, perdonar, fluir y los tramos rotos de la vida unir.
Para profundamente amar.
Para profundamente amar.
Y así conocer la más grande alegría e incomparable gracia que es el ¡VIVIR!.
de Poemas a Mi Ego de Eduardo Buenaventura Díaz
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