En un
instante soy arrebatado
Por hechizos
de aire abatidos y expandidos por centenas de transparentes polígonos Rizos de vuelo
Belleza tornasolada que esparce universos dorados y multicolores en sus reflejos
Miríadas de centellantes estrellas esparcidas cual magia en un revoloteo
El cielo no es un lugar, ni siquiera un tiempo, es una expansión de la consciencia
Donde lo pequeño se revela con la grandeza de lo universal
La eternidad no existe, ya está presente, comprimida en un atómico segundo
Lo insignificante guarda lo indescriptible
¡Ah! cuanta belleza es imposible de experimentar y menos transmitir
El corazón se tiene que detener en un suspiro su latir, para experimentar la eternidad
Pues las palabras las limitan a parcelas de consciencia.
El silencio reposa sabio, confiado en su mudo poder, discurso manifestado de lo inexplicable
Luego me poso y del vuelo reposo en una brizna de hierba
El atardecer deslumbra mi visión, el tiempo de nuevo se fracciona y la conciencia se aminora en mi.
Y vuelvo a ser yo, el humano.
Me levanto y me marcho de aquel lugar.
de
Poemas a mi ego de Eduardo Buenaventura Díaz
1 comentario:
UN BÁLSAMO PARA EL ALMA
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