Ayer te vi por la mañana.
Estabas desencajado no sé que te pasó.
Me diste pena, quise ayudarte pero no me miraste, solo tu dolor ocupaba toda tu escena.
Espere verte mejor al día siguiente, pero no fue así continuabas ahora tenias ojeras adivine que pasaste la noche en vela.
Pensé… ¿por qué no me mira un instante? yo podría ayudarle, pero no, tu sombra también te acompañaba en esos momentos.
Así pasaron los días, los meses y los años, y yo viéndote pasar como una fugaz aparición por las mañanas.
Te avejentaste más, pero no tus penas, dolores o frustraciones, ellas se llenaban cada vez más de vida en la medida que tú envejecías.
Pero cada vez que al espejo te mirabas solo a ti y a tu máscara veías, nunca se te ocurrió atisbar la profundidad de tu mirada.
¡Ahora te lo recuerdo!, si me hubieras mirado aunque sea un segundo yo te hubiera llenado con mi ardiente aspiración.
Yo soy, ese otro de ti que tú a diario niegas, pero el único que quedará en pié cuando tú mueras.
Mírame antes que sea muy tarde, que estoy aquí para mostrarte.
Que eres inmortal y no ese mortal ser que crees que tú eres.
Soy la chispa, el aliento, el calor, la luz, la vida, que en ti palpita y no desaproveches tu vida anhelando los ilusorios y aparentes brillos externos de falsas quimeras.
Todo eso pasará y quedará atrás, en la inmensidad e impermanencia temporal.
Sólo yo estaré siempre en el desenlace y en tu origen una y otra vez.
Yo solo surcaré a los infinitos universos, yo sólo beberé de la ambrosía de la sabiduría, yo sólo me bañaré en el inexpugnable mar del infinito poder del ser.
¿Por qué no me acompañas?
¿Qué hay aquí que tanto te atrae?
Trato de ver tu mirada por las mañanas y de alma a hombre preguntarte ¿¡que es lo que te pasa!?
¡Porque hasta ahora no puedo entender que cambies luz por miserias!.
Estabas desencajado no sé que te pasó.
Me diste pena, quise ayudarte pero no me miraste, solo tu dolor ocupaba toda tu escena.
Espere verte mejor al día siguiente, pero no fue así continuabas ahora tenias ojeras adivine que pasaste la noche en vela.
Pensé… ¿por qué no me mira un instante? yo podría ayudarle, pero no, tu sombra también te acompañaba en esos momentos.
Así pasaron los días, los meses y los años, y yo viéndote pasar como una fugaz aparición por las mañanas.
Te avejentaste más, pero no tus penas, dolores o frustraciones, ellas se llenaban cada vez más de vida en la medida que tú envejecías.
Pero cada vez que al espejo te mirabas solo a ti y a tu máscara veías, nunca se te ocurrió atisbar la profundidad de tu mirada.
¡Ahora te lo recuerdo!, si me hubieras mirado aunque sea un segundo yo te hubiera llenado con mi ardiente aspiración.
Yo soy, ese otro de ti que tú a diario niegas, pero el único que quedará en pié cuando tú mueras.
Mírame antes que sea muy tarde, que estoy aquí para mostrarte.
Que eres inmortal y no ese mortal ser que crees que tú eres.
Soy la chispa, el aliento, el calor, la luz, la vida, que en ti palpita y no desaproveches tu vida anhelando los ilusorios y aparentes brillos externos de falsas quimeras.
Todo eso pasará y quedará atrás, en la inmensidad e impermanencia temporal.
Sólo yo estaré siempre en el desenlace y en tu origen una y otra vez.
Yo solo surcaré a los infinitos universos, yo sólo beberé de la ambrosía de la sabiduría, yo sólo me bañaré en el inexpugnable mar del infinito poder del ser.
¿Por qué no me acompañas?
¿Qué hay aquí que tanto te atrae?
Trato de ver tu mirada por las mañanas y de alma a hombre preguntarte ¿¡que es lo que te pasa!?
¡Porque hasta ahora no puedo entender que cambies luz por miserias!.
de Diálogos imposibles de Eduardo Buenaventura Díaz
2 comentarios:
Q EXTRAORDINARIO HABER ENCONTRADO UN BLOG TAN COMPLETO, ÍNTEGRO, TRANSFORMADOR, NO HAY UNA PALABRA GLOBAL PARA CATALOGAR ESTE GRAN ESPACIO.......
Me gusta es es es IMPRESIONANTE
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