Vagaba por las riberas del rio buscando guijarros y pequeñas flores para mis esencias vibracionales, deseaba captar y guardar sus energías, llevar un poco de aquella belleza mística de inspiración espiritual para entregarlas a mis amigos, allá en el otro continente, donde moran los Andes.
Tan abstraído estaba en ese quehacer y la oración de una solicitud, que me otorgara el permiso de llevar las bendiciones de aquellos sagrados lugares en mis esencias, que no me percaté de su presencia, no sé si él ya estaba, o solo apareció dentro de aquella soleada mañana en aquel paraje.
Manipura es una palabra
del antiguo idioma sánscrito, que significa lugar de gemas brillantes, así semejaba ese banco de
arena en el cual me encontraba, lleno de silicio y cuarzos pulverizados que se
adentraban sobre el río, formando una pequeña playa blanca, luego más tarde
gracias al atardecer en que el sol toma un ángulo especial, éste las hace
resaltar pareciendo genuinas gemas, podría llamársele: mar de brillantes y después
de trasponer el sol algunos grados más en su declinación, cual hechizo de
Cenicienta de final de media noche, les quita la magia de su luz que las había
convertido en estrellas, para luego mostrarlas tan solo como las humildes
arenas del Ganges, pero ahora, la belleza del lugar sólo se acrecentó al
cambiar el ángulo con que el sol nos miró, nuevas tonalidades, nuevas
sensaciones y emociones arrobaban al observador, tal era la apariencia de las
arenas blancas que eran rodeadas de la ondulante agua que corría frente a
ellas. Una era inmóvil y la otra grácil y transparente, ambas entretenidas en
un diálogo eterno, tal vez recordaban cuando Dios ordenó su separación y las
nombró: tierra y agua, unidas en el principio de los tiempos pero diferentes
ahora en la esfera terrenal. En ese recodo del río los guijarros multicolores
del fondo se veían claramente gracias a la transparencia del agua, las cuales
resaltaban más su pureza.
Belleza en el firmamento azul celeste, belleza en la selva virgen, sonidos misteriosos y en medio de todo paz,… infinita paz.
Y lo vi ahí de repente como si fuera parte de aquel místico paisaje, como un rey en su trono rodeado de la grandeza de su reino, en ese momento nadie hubiera podido competir con aquella belleza del lugar, ni la riqueza natural que lo rodeaba, sentado en la posición de meditación profunda, su cuerpo desnudo era brillante, por el reflejo de la luz en las gotas de agua que humedecían su piel a causa de su reciente baño, lo cual contrastaba con la oscuridad de su tez tostada por el inclemente sol de la India , solo su abundante cabello trenzado como un rasta, enroscado sobre su cabeza lo protegía del abrazador sol del medio día, un báculo enclavado en la arena en forma de tridente se erguía a su lado, de una de sus puntas pendía un pequeño recipiente con un brillo casi metálico que le servía para comer y bañarse, yo estaba a unos cuantos metros atrás, así que respetuosamente me senté, esperaba no haberlo importunado, aguardé y él me compartió su silencio y tranquilidad, por un largo espacio de tiempo estuvo así, hasta que regreso en sí y volteó hacia mí, me miró con aquella mirada que ya había aprendido a reconocer en estos seres, aquellos que vuelan mas allá de la realidad humana común, sus ojos son brillantes con un fuego que no quema, pero que si abraza y prende, pero lo más impresionante es que a través de ellos miras el infinito, el espacio sin fronteras de la mente liberada, mirada que no juzga, que no buscan nada de ti, solo te llevan a un lugar común, un lugar de unidad, jamás podré olvidar esas miradas, se han quedado impregnadas en mi como bendiciones para siempre, aún ahora al escribir esto no puedo dejar de emocionarme al recordarlas.
Hari Om nos saludamos mutuamente a la usanza oriental llevando las manos al pecho y me hizo señas para que me acercara, con mi frente toqué el suelo cercano a él, dejando a sus pies alguna fruta que llevaba, como es costumbre ofrecer siempre cuando uno se encuentra con un monje renunciante, él se sonrió al parecer complacido que un occidental conociera de la "etiqueta social" de los sadhus.
- Maestro ¿por qué vive así?, ya se que usted es un renunciante, pero aún ellos están yendo de templo en templo, pero aquí en la selva, usted está solo sin posibilidad de recibir nada de los pergrinos ¿por qué usted a escogido esta pobreza extrema?
- Depende qué es lo que defines como pobreza hijo.
- Por ejemplo, se dice de la ausencia de bienes materiales, o también la carencia de las mínimas condiciones para vivir.
- Dirías que las plantas ¿son pobres o ricas?
- No sé... no se me había ocurrido...
- ¡Tienen todo lo necesario para vivir! y aún les sobra... Un terreno o sea casa, aire, agua y nutrientes en la tierra. No necesitan carros ni tarjetas de crédito para subsistir y ni títulos académicos para ser perfectas.
- Además no sé por qué te extrañas ¿acaso el maestro de ustedes no decía algo así : No se preocupen por la comida o el agua para vivir, ni por la ropa que han de ponerse, acaso ¿no vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa?, miren las aves que vuelan, que no siembran ni cosechan, ni guardan comida, sin embargo, Dios les da de comer, ¡cuánto más valen ustedes que las aves! ¿y por qué se preocupan ustedes por la ropa? miren las flores del campo, que no laboran ni hilan y sin embargo, ni un rey con todo su esplendor, se viste como una de ellas y si Dios viste así a la hierba que está en el campo y mañana se quema en la cocina, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe!, por eso, no se preocupen, pensando: ¿qué van a comer? o ¿qué van a vestir? porque el mundo anda tras todas estas cosas, pero el Padre celestial ya sabe lo que necesitan, por ello pongan toda su atención en el cielo y en hacer lo que les demanda y recibirán todo lo necesario, no se preocupen, en el día de mañana, porque el mañana trae sus propias preocupaciones...
- Además no sé por qué te extrañas ¿acaso el maestro de ustedes no decía algo así : No se preocupen por la comida o el agua para vivir, ni por la ropa que han de ponerse, acaso ¿no vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa?, miren las aves que vuelan, que no siembran ni cosechan, ni guardan comida, sin embargo, Dios les da de comer, ¡cuánto más valen ustedes que las aves! ¿y por qué se preocupan ustedes por la ropa? miren las flores del campo, que no laboran ni hilan y sin embargo, ni un rey con todo su esplendor, se viste como una de ellas y si Dios viste así a la hierba que está en el campo y mañana se quema en la cocina, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe!, por eso, no se preocupen, pensando: ¿qué van a comer? o ¿qué van a vestir? porque el mundo anda tras todas estas cosas, pero el Padre celestial ya sabe lo que necesitan, por ello pongan toda su atención en el cielo y en hacer lo que les demanda y recibirán todo lo necesario, no se preocupen, en el día de mañana, porque el mañana trae sus propias preocupaciones...
- Me sorprendió que conociera a San Mateo y su respuesta atinaba perfectamente en el meollo del mensaje cristiano, la total dependencia y fe en Dios para nuestra subsistencia y vida en la tierra, “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se les dará por añadidura”, pero aún así quise ser abogado del diablo y con el riesgo de ser incorrecto porque deseaba escuchar más de su sabiduría, le dije: discúlpeme si lo ofendo... pero usted no trae ni siquiera un tapa rabos… no cree que…
Me miró y por un instante pensé que se había molestado, ¡pero no!
Una amplia sonrisa seguida de un sonora carcajada... rompió la tensión, eso también depende de cómo lo veas yo estoy vestido con la ropa que me dio la divinidad al nacer, en todo caso mi ropa viene de la boutique de Dios si no está a la moda es porque él no sabe mucho de ello y volvió a reír como un niño y yo también, pensando en Dios, presentándose en el ultimo Paris fashion week,… pero si lo prefieres ver de otra manera, continuó diciendo, yo no estoy desnudo... yo estoy vestido de cielo... siempre todo depende de qué ángulo veas las cosas hijo mío.
Se puso serio, entorno los ojos como mirando al firmamento y recitó el siguiente poema:
La pobreza es una definición con la que se pretende definir el yo...
Yo no soy pobre, yo no soy rico
Yo soy
Si por no tener zapatos o ropa que ponerme yo podría decir que soy un menesteroso.
Eso significaría que mis zapatos y mis ropas me poseen
Porque dependo de lo que "dicen" ellos para definirme.
Si por tener riqueza y opulencias diría yo que soy rico
Diría que mis riquezas y mi opulencia me poseen
Yo soy
Y al tener esa experiencia lo tengo todo
Yo no soy ignorante ni sabio
Yo soy
Si por tener títulos y reconocimientos yo me consideraría un sabio
Diría que mis títulos y mis conocimientos me poseen
Porque dependo de lo que "dicen" ellos para definirme.
Si por ser un ignorante y analfabeto yo podría decir que soy un pobre inculto
Significaría que la ignorancia y la falta de instrucción me poseen
Yo conozco a mi yo
Ni ignorante ni sabio
Yo soy
Y eso es… la totalidad…
Sus palabras parecieron
obrar un sortilegio, por que el silencio atravesó nuevamente con su paz la
floresta, a lo lejos en el bosque los pajarillos trinaban y las aguas seguían su canto
arrullador meciendo las arenas, el sol, la arena, el perfume de la santidad, todo
parecía ser tan familiar y natural como si esta maravilla pasara todos los días
en aquel lugar...
Después de un largo tiempo regreso nuevamente y comenzó a recitar una antigua salmodia, la métrica sanscrita, atrajo un manantial de belleza sonora, lo que cantaba dice aproximadamente así: De la muerte a la inmortalidad, de la ignorancia a la sabiduría, de la oscuridad a la luz , shanti, shanti, shanti, o sea paz, pero aquella paz que es la causa de todo movimiento, luego terminó en un larguísimo OMMM… el hizo vibrar todo mi ser activando las corrientes de energía que fluyen por mi cuerpo, como si me conectaran a una virtual fuente de electricidad y me pidió que lo imitara en pronunciar el mantra, así que antes de comenzar nuevamente a pronunciar el OM señaló a su bajo vientre y ahí comenzó a pronunciar la “O” y poco a poco en la medida que fue “in crescendo” elevando el tono de la “O” hacía subir la energía hacia su plexo solar que luego llevaría hacia arriba hasta la altura de su pecho, el cuarto chakra, haciéndolo vibrar, ahí se detuvo por un instante luego siguió subiendo y manteniendo la "O" cambio la pronunciación hacia la “M” a nivel de la garganta, me señaló su lengua pegada al paladar, hacia la base del asiento del hipotálamo, el esfenoides, haciendo vibrar la caja craneana, como el zumbido de las abejas alrededor de un panal, mientras más grave la vibración de la “M” es mejor, me indicó, luego la salida de este sonido por el séptimo chakra la llamada coronilla. Me sonrió y me hizo un ademán para que yo lo hiciera, al principio me fue difícil retener el aire el suficiente tiempo como para hacer todo el recorrido y no lograba el retumbar vibratorio como un trueno que él hacía con su voz, así que tomó mi mano y lo puso sobre su pecho y pronunció nuevamente el mantra y sentí como todo su ser vibraba producto del sonido, lo intenté nuevamente y me dijo: tienes que buscar el ángulo adecuado de tu cabeza para que soples sobre tu esófago cual una flauta grave y logres esa vibración, esa reverberación, me alentó a seguir practicando, y así lo hice, tratando de seguir las pautas que me enseñara llevando la energía del plexo solar al pecho, pasando por la garganta llevando el sonido a la fosa craneana haciéndola vibrar y terminar en la coronilla, así la reverberación de la larga “MMM…” ejercía un masaje en todas estas cavidades, es más me parecía que veía aquellas glándulas, creo que era el poder inductor de su mente en mi mente, lo repetí hasta que él asintió su cabeza afirmativamente en señal de aprobación, ahora el siguiente paso es que frente al sol te ejercites en lo aprendido, mira al sol graba la imagen de la luz en tu memoria y lleva esa luz a tu interior para que te acompañe en tu ascenso de la energía hasta salir por la cima de tu cabeza, así ésta triada de luz, vibración y sonido deben estar siempre presentes en tu práctica, inténtalo, cuando lo hube aprendido lo repetimos, ahora ya juntos varias veces, en las pausas después de cada repetición un gozo inefable, que seguía de una paz interminable, así, sin apuros, a mi propio ritmo continúe, solamente existía el sonido y lo que sentía, tan absorto estaba en la práctica, que de pronto… ¡ME DESPERÉ!… no estoy seguro de lo que en realidad aconteció, pues la escena que veía ahora era la misma que al comenzarles a relatar mi experiencia, él estaba ahí sentado, nada en él se había movido y yo pues seguía en mi lugar a unos metros observándolo, en la misma posición arrodillado, miré a mi alrededor y vi a mis amigos como a unos trescientos metros río abajo en una bifurcación, seguían esperando a la entrada de una cueva que llegara un maestro que ahí habitaba, casi instintivamente miré mi reloj para verificar el tiempo transcurrido y parecía que el reloj seguía de lento avance marcando todavía el tiempo algo pasado del medio día, solo habían transcurrido algunas decenas de minutos y a mi me habían parecido horas... Me pregunté ¿Qué fue? ¿un sueño? o ¿una alucinación?, producida por el intenso calor del medio dia sobre mi cabeza, ¿fui inducido mentalmente por el yogui que tenia al frente? o ¿fue solo mi imaginación? que se desbordó por las circunstancias tan especiales que me rodeaban... de pronto este personaje abrió los ojos y me miró, ¡Todo estaba sucediendo como al principio! nos saludamos con una pequeña reverencia, con las manos juntas en el pecho, luego se levantó, tomó su callado y la pequeña vasija que me había parecido de metal, que era en realidad la parte superior de un cráneo humano y así su delgada y desnuda figura raudamente se perdió en las selvas cercanas, dejándome la herencia de su reino en el cual estuvo aposentado por este inescrutable tiempo.
Posteriormente inquiriendo con los amigos de viaje me informaron que posiblemente se tratara de un Naga Swami un tipo de monjes completamente renunciantes que viajaban desnudos, y que si, que lo mas probable también era, que lo que me pareció una parte de un cráneo, haya sido tal, hay historias fantásticas sobre estos extraños personajes generalmente son irreverentes e inesperados, meditan cerca de los cementerios y se untan todo el cuerpo con la ceniza de la cremación de los muertos, así demostrando su supremacía sobre el ultimo terror de los hombres: la muerte, son considerablemente respetados y muy reverenciados por todos.
Caminan completamente desnudos por los templos y los lugares de peregrinación, dentro de una cultura como es la oriental, que es muy reservada, respetuosa y guardosa de la moral, donde no se ven escotes, ni minifaldas y mucho menos se hace culto al cuerpo como aquí en occidente, ellos salen de toda cuenta, libres de toda regla y compromiso social o moral, viven desnudos, ellos son los llamados... vestidos de cielo.
Extracto del libro “El Vuelo del Colibrí” de Eduardo Buenaventura Díaz.