Desde que René Descartes estableció una división entre lo que era el espíritu y la materia, entre la ciencia y el alma, y divorcio lo lógico de lo analógico, el que pagó los platos rotos como en toda desunión mal avenida fue, el hijo, o sea nosotros (nuestra integridad) y luego surge una pregunta existencial ¿con quien me quedo?, ¿con mi padre intelectual o con mi madre emocional? Obviamente, ésta no tan hipotética esquizofrenia vivencial, nos hizo descubrir que no podíamos dividirnos sin que este proceso produjera dolor, sufrimiento y aún enfermedad, así la humanidad ha venido debatiéndose entre estos dos lados de la moneda, sin darse cuenta que son correspondientes e inseparables, pero aún hay más, ahora estamos descubriendo que a ambos los necesitamos con igual urgencia, como necesitamos nuestros dos pies para danzar acompasadamente y sin caernos (en el intenso ritmo de la vida); podemos ser lo suficientemente racionales y lógicos como para crear todo el avance científico que actualmente tenemos y al mismo tiempo, estar al punto de destruir a nuestra especie, por la falta de atención en la canalización de nuestros impulsos mas básicos, los cuales los hemos confinado a un desván, debido a una excesiva racionalización en la manera de ver nuestras vidas y así no les hemos dado el lugar preponderante que se merecen, ahora llega con gran despliegue propagandísticos, en los medios académicos universitarios, el estudio de la inteligencia emocional, pero hace miles de años, que tradiciones chamánicas antiguas, ya nos hablaban al respecto de cómo las emociones básicas definen nuestras vivencias y el deber que tenemos de sublimarlas, no anularlas, ni reprimirlas, sino trasmutarlas, creando un sumun, al extraer su quinta esencia, las cuales transformadas ennoblecerán la raza humana, dentro de este contexto actual, también se nos plantea, que la razón sea el timonel de nuestro barco, para que la travesía sea segura, pero ello se puede aplicar hasta cierto punto, como son en las cosas cotidianas del diario vivir, pero luego, nos topamos con la evidencia de aquellos seres que hicieron “los milagros” para lograr el desarrollo de la humanidad, grandes avances de los cuales ahora nos ufanamos como civilización, y esto se logró porque ellos se lanzaron al “vacío de lo ilógico” (contradiciendo lo establecido), con la firme convicción de que “les crecerían alas en el intento”, y es que la pasión por seguir y conseguir un ideal hace, que “se cree un camino al andar”(al intentarlo las condiciones cambian y se observan posibilidades, que antes no se tenían en cuenta); la física quántica nos habla de miles de universos que
conviven con la realidad que ahora nos “toca” vivir, pero para que nos “toque”(touche), es necesario que la elijamos y lo que elegimos, es lo que se convierte en “la realidad”, en nuestro presente y contexto (en el aquí y ahora), pero esto es una verdad “paradójica”, en el sentido que “esta realidad, que nos llega a tocar” puede ser cualquiera, ésta, aquélla, o la de más allá, ninguna en especial ni mejor que la otra, sólo en la que nosotros creemos (la que escogimos vivir con nuestras afirmaciones) y es así, porque lo que creemos se manifestará tarde o temprano como real, el pasado es finito, acabado, muerto, en cambio el futuro puede ser algo vivo, siempre y cuando rescatemos el poder de la intuición (que es la unión de nuestra razón, con nuestro sentir co-razón), y una convicción en que “las cosas son posibles”, pero esta seguridad sólo puede nacer de la fe en nosotros mismos, fe como una posibilidad, ya que podemos reconocer dentro de nosotros, “una fuerza”, que siempre nos asiste, en la forma que hace posible nuestros sueños, no como una magia, sino como algo (nuestro sentir, intención y fe) que nos acompaña coloreando nuestros deseos (por lo tanto creando), y son los deseos, los que usamos, para pintar en el lienzo del diario vivir, la vida no se hace sola la hacemos juntos esa fuerza y nosotros; el problema es que la vida nos ha golpeado tanto, que hemos hecho del fracaso un estilo de vida y nos acostumbramos a ella y de ella emerge una cultura un paradigma una manera de ver la vida que es la de, “esto no es posible, es improbable, o del no se puede, o el de que las estadísticas demuestran que usted morirá dentro de…”, o como aquélla sentencia, que dice que, “está científicamente demostrado” por ejemplo, que el abejorro no puede volar, porque sus alas son demasiado pequeñas para el tamaño y peso de su cuerpo y además, también esta, la aerodinámica del insecto, la cual no le permite desplazarse en el aire... claro, esto es en teoría, sin embargo, el abejorro vuela igual y nadie entiende por qué, tal vez porque “el no lo sabe” (este cartel pende de algún lugar en las oficinas dela Nasa , para animar a los investigadores a que piensen más allá de lo lógico, mejor dicho que no piensen, para encontrar soluciones) y así la vida se ha reído muchas veces del cómico espectáculo que da el “homo sapiens” y su lógica e inteligencia científica, demostrando con hechos, que los milagros son producto, de los espíritus invencibles, de los “homo posibilis” (una denominación creada por mi, para denominar a aquéllos que creyeron) pero que pueden hacer los simples mortales, que no tienen el gen del ángel (el de la fe), para que les nazcan las alas de la confianza, de que si será (y de que es posible), en el vacío de las incertidumbres y negativas generales, la tradición chamánica también pareció prever esa experiencia espiritual del hombre moderno e instauró el legado que ahora es llamado “la técnica del como si”, si no tienes actúa como si, si no tienes confianza, si no tienes seguridad, “si no crees actúa como si creyeras” y poco a poco tu mente cambiará a ese nuevo estado mental, pero para ello, es necesario que nos asistamos con la Técnicas del Alma, para ayudarnos a borrar los virus informáticos del infortunio, de la desgracia, del fracaso de nuestro disco duro mental, aquéllos que malogran el programa original con el cual nuestra madre naturaleza nos concibió: puros insondables, totipotenciales, abundantes creadores y naturalmente alegres.
conviven con la realidad que ahora nos “toca” vivir, pero para que nos “toque”(touche), es necesario que la elijamos y lo que elegimos, es lo que se convierte en “la realidad”, en nuestro presente y contexto (en el aquí y ahora), pero esto es una verdad “paradójica”, en el sentido que “esta realidad, que nos llega a tocar” puede ser cualquiera, ésta, aquélla, o la de más allá, ninguna en especial ni mejor que la otra, sólo en la que nosotros creemos (la que escogimos vivir con nuestras afirmaciones) y es así, porque lo que creemos se manifestará tarde o temprano como real, el pasado es finito, acabado, muerto, en cambio el futuro puede ser algo vivo, siempre y cuando rescatemos el poder de la intuición (que es la unión de nuestra razón, con nuestro sentir co-razón), y una convicción en que “las cosas son posibles”, pero esta seguridad sólo puede nacer de la fe en nosotros mismos, fe como una posibilidad, ya que podemos reconocer dentro de nosotros, “una fuerza”, que siempre nos asiste, en la forma que hace posible nuestros sueños, no como una magia, sino como algo (nuestro sentir, intención y fe) que nos acompaña coloreando nuestros deseos (por lo tanto creando), y son los deseos, los que usamos, para pintar en el lienzo del diario vivir, la vida no se hace sola la hacemos juntos esa fuerza y nosotros; el problema es que la vida nos ha golpeado tanto, que hemos hecho del fracaso un estilo de vida y nos acostumbramos a ella y de ella emerge una cultura un paradigma una manera de ver la vida que es la de, “esto no es posible, es improbable, o del no se puede, o el de que las estadísticas demuestran que usted morirá dentro de…”, o como aquélla sentencia, que dice que, “está científicamente demostrado” por ejemplo, que el abejorro no puede volar, porque sus alas son demasiado pequeñas para el tamaño y peso de su cuerpo y además, también esta, la aerodinámica del insecto, la cual no le permite desplazarse en el aire... claro, esto es en teoría, sin embargo, el abejorro vuela igual y nadie entiende por qué, tal vez porque “el no lo sabe” (este cartel pende de algún lugar en las oficinas de
Es por ello que necesitamos ingresar al estado alfa mental (mediante las técnicas meditativas) donde las frecuencias de la conciencia (el guardián del ingreso a nuestro inconsciente) están aletargadas y así podemos tener acceso a nuestros programas básicos, e ingresar nueva información que borren los negativos adquiridos, dejando que emerjan los básicos originales, debemos recuperar nuestra naturaleza primordial, la cual nos une a la creación en general y nos hermana con las estrellas y las fuerzas telúricas de la tierra.
Meditar y orar es el antiguo legado del chamán, el hombre ángel, para esta nueva humanidad doliente, restablece el matrimonio de nuestros hemisferios, el lógico y el analógico, unir el sentir y la razón, la cabeza y el corazón, el intelecto y el sentimiento, el amor y la sabiduría, para poder acceder al mundo de lo siempre posible.
Del libro el Vuelo del Colibrí de Eduardo Buenaventura Díaz
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