“Dios es armonía; el devoto que se armoniza, nunca ejecuta una acción desequilibrada. Sus actividades serán ajustadas correcta y naturalmente de acuerdo con la ley astrológica. Después de la oración y de la meditación profunda está en contacto con su divina conciencia, no hay poder mayor que el de la protección interna”.
- Entonces, querido Maestro, ¿por qué quiere usted que yo use un brazalete astrológico?
-Me atreví a aventurar esta pregunta después de un silencio prolongado durante el cual había estado tratando de asimilar la noble exposición de Sri Yukteswar.
- Únicamente cuando el viajero ha llegado al final de su viaje puede prescindir de sus mapas e itinerarios. Durante el viaje, hace uso de todas las indicaciones. Los antiguos rishis descubrieron muchas maneras de acortar el período del exilio del hombre en el error. Hay ciertos recursos mecánicos en la ley del karma que pueden ser hábilmente ajustados por los dedos de la sabiduría.
Todos los males humanos son originados por la transgresión de alguna ley universal.
Las escrituras nos enseñan que el hombre debe cumplir con esas leyes de la naturaleza sin menoscabar la omnipotencia divina. Debe decir: “Señor, creo en Ti, y sé que Tú puedes ayudarme; pero yo también pondré de mi parte para deshacer cualquier mal que haya cometido”. Y así, con diferentes medios, por medio de la oración, de la fuerza de la voluntad, por medio de la meditación según el yoga, por consultas con los santos, por el uso de brazaletes astrológicos, los efectos adversos de pasadas acciones pueden ser reducidos considerablemente o anulados del todo.
“De la misma manera que una casa puede ser dotada de un pararrayos de cobre, para que absorba las descargas eléctricas, así el templo del cuerpo puede ser beneficiado por diferentes medidas protectoras. En épocas pasadas, nuestros yogis descubrieron que los metales puros emiten una luz astral, que obra poderosamente contra las tendencias negativas de los planetas. Radiaciones sutiles, eléctricas y magnéticas están circulando constantemente en el universo; cuando el cuerpo del hombre se está beneficiando no se da él cuenta; cuando está siendo desintegrado tampoco lo sabe. ¿Puede él hacer algo acerca de esto?.
“Este problema recibió la atención de nuestros rishis; ellos encontraron de suma ayuda, no sólo la combinación de metales, sino también de plantas; y más efectivas aún las piedras preciosas no menores de dos quilates. El uso preventivo de la astrología rara vez ha sido estudiado seriamente fuera de la India. Un hecho poco conocido es que las joyas, metales o mixtura de plantas no tienen ningún valor si no son del peso requerido; y que todos estos agentes preventivos deben usarse en contacto con la piel.
- Señor, desde luego tomaré tu consejo y usaré un brazalete. Estoy intrigado de sólo pensar cómo se vence a un planeta.
- Para usos generales, yo aconsejo el uso del brazalete hecho de oro, plata y cobre. Pero en propósitos específicos, yo quiero que tú te hagas uno de plata y plomo. –Sri Yukteswar agregó cuidadosamente otras instrucciones.
- Guruji, ¿qué quiere decir usted con “propósitos específicos”?
- Las estrellas están próximas a tomar un interés poco amistoso en ti, Mukunda. Pero no temas; estarás debidamente protegido. Dentro de un mes tu hígado principiará a causarte grandes trastornos. La enfermedad está indicada para durar unos seis meses, pero con el uso del brazalete astrológico el período se acortará a veinticuatro días.
Al día siguiente busqué un joyero, y poco después ya estaba usando mi brazalete. Mi salud era de lo mejor. Las predicciones de mi Maestro ya se habían borrado de mi mente. El se ausentó de Serampore para visitar Benares. Treinta días después de nuestra conversación sentí un súbito dolor en la región del hígado. Las siguientes semanas fueron una verdadera pesadilla de dolores insufribles. No queriendo molestar a mi gurú, pensé que valientemente soportaría la prueba solo.
Pero veintitrés días de torturas habían debilitado mi resolución. Tomé el tren para Benares. Allí, Sri Yukteswar me recibió con inusitado calor, poco habitual en él, pero no me dio oportunidad para contarle en lo privado de mis padecimientos. Muchos devotos visitaron ese día a mi Maestro, únicamente por el “darshan” (La bendición que fluye del Maestro a su simple vista.). Enfermo y casi abandonado, me senté en un rincón. No fue sino hasta después de la cena, cuando todos los visitantes se habían marchado, cuando mi Maestro me llamó al balcón octogonal de la casa.
- Tú debes haber venido por tu malestar del hígado. -Sri Yukteswar desviaba su mirada; y mientras caminaba de un lado a otro, interceptaba de vez en cuando la luz de la luna-.
Vamos a ver; tú has estado enfermo por veinticuatro días, ¿no es así?.
- Sí, señor.
- Haz el ejercicio de estómago que te enseñé.
- Si usted supiera lo intenso de mi sufrimiento. Maestro -le dije-, no me pediría que hiciera ningún ejercicio. -Sin embargo, hice un pequeño intento para obedecerle.
- Dices que tienes dolor. Yo digo que no tienes ninguno. ¿Cómo tal contradicción puede existir? -Mi Maestro me miró inquisitivo.
- Yo estaba deslumbrado, y en seguida sentí un arrobador goce de descanso. Ya no sentía el tormento continuo que por cuatro semanas casi no me había permitido dormir. A las palabras de Sri Yukteswar, la agonía del dolor desapareció, como si nunca hubiera existido. Traté de arrodillarme a sus pies, en señal de gratitud, pero rápidamente, me lo impidió.
- No seas infantil. Levántate y goza de la hermosa luna sobre el río Ganges. -Pero los ojos de mi Maestro centelleaban gozosos, mientras yo permanecía en silencio a su lado.
Comprendí por su actitud que deseaba que yo sintiera que Dios era el que me había curado y no él.
Hasta la fecha sigo usando el brazalete, recuerdo de aquel día ya pasado, pero siempre bendecido, cuando una vez más me dí cuenta de que estaba viviendo con un personaje decididamente superhumano.
En ocasiones posteriores, cuando yo traía amigos míos ante Sri Yukteswar, para su curación, invariablemente les recomendaba el brazalete o el uso de las joyas, explicándolo como un acto de la sabiduría astrológica.
Yo había tenido mis perjuicios contra la astrología desde mi niñez, en parte porque había observado que muchas personas estaban secuazmente adheridas a ella, y en parte por las predicciones que hizo el astrólogo de la familia: “Tu te casarás tres veces y dos veces quedarás viudo”. Y yo, especulando sobre el asunto, me sentía como una cabra que espera el sacrificio ante el templo de un triple matrimonio.
“Tendrás que resignarte con tu suerte” -me había dicho mi hermano Ananta-. “Tu horóscopo escrito correctamente predice que tú huirás de la casa, rumbo a los Himalayas, durante tu temprana edad, pero que serías obligado a regresar a ella; y así, es casi seguro que el pronóstico de tu matrimonio resultará también cierto”.
Cierta noche tuve la clara intuición de que la profecía de tal matrimonio era falsa. Le prendí fuego al horóscopo y coloqué las cenizas en una bolsa de papel, en la cual escribí: “Las semillas del karma pasado no pueden germinar si son incineradas en el fuego divino de la sabiduría “-Tú no puedes destruir tan fácilmente la verdad como has destruido ese rollo de papel”.
Mi hermano reía sarcásticamente.
Es cierto que en tres ocasiones diferentes, antes de haber llegado a la pubertad, mi familia trató de comprometerme en matrimonio. Pero en cada vez rehusé de cumplimentar su plan seguro de que mi amor por Dios era mucho más poderoso que cualquier persuasión astrológica del pasado.
“Cuanto más profunda es la autorrealización del hombre, mayor es la influencia que él ejerce en el universo por medio de sus sutiles vibraciones espirituales, y en esa misma proporción es menos afectado por el flujo fenomenal.”
Paramahansa Yogananda – Autobiografía de un Yogui