"Cuando rezamos al Señor, nos unimos a Él, pero, ¿cuál es la naturaleza
de este vínculo? Si, en el momento en que nos dirigimos a Él, no tratamos de
elevar nuestro estado de conciencia ordinaria, si sólo le dirigimos
reclamaciones personales, tal vez, en efecto, se arreglarán nuestros asuntos…
pero no será necesariamente Él quien habrá intervenido para que se arreglen… ni
tampoco para que se compliquen. Dios deja que los acontecimientos se
desarrollen de acuerdo con las leyes que ha establecido. Y si para satisfacer sus
ambiciones y sus codicias, los humanos desencadenan mecanismos en los que se
cogen los dedos, un brazo o un pie, ellos son los únicos responsables de lo que
les pasa, no es Dios quien los castiga. Y tampoco es Dios quien recompensa a
los que se esfuerzan en caminar por el camino de la luz. Son ellos mismos los
que, con su comportamiento, han atraído bendiciones.
Entonces, ¿por qué debemos rezar? La oración es una fuerza que desencadenamos, y esta fuerza alcanza algunos centros de nuestro cerebro. Es entonces cuando recibimos no sólo una luz que nos ilumina sobre los acontecimientos que estamos viviendo, sino
también una inspiración para actuar bien."
Omraam Mikhaël Aïvanhov
Entonces, ¿por qué debemos rezar? La oración es una fuerza que desencadenamos, y esta fuerza alcanza algunos centros de nuestro cerebro. Es entonces cuando recibimos no sólo una luz que nos ilumina sobre los acontecimientos que estamos viviendo, sino
también una inspiración para actuar bien."
Omraam Mikhaël Aïvanhov
No hay comentarios:
Publicar un comentario