Caíste del cielo en forma graciosa, tan pequeñita, tan diminuta, haciendo un mohín, como un bucle del clima en su devenir.
Y encajaste en el pequeño mar de un ojo de agua.
En tu caída salpicaste el entorno con tu diminuto aliento, esparciendo el mensaje de tu pequeñez que detuvo al inmenso tiempo.
Las ondas de tu presencia esparcieron su vibración por doquier
De cada pétalo, de cada flor del entorno que tocó, extrajo el fragor de sus fragancias que alrededor expandió.
El medio natural se detuvo a aspirar tu fresco mensaje venido del cielo, de libertad y eternidad.
El sutil encanto mágico que despertaste con tu suceder no lo contemplara nadie más.
Solo aquellos que habitan en el espacio de los tiempos que algunos hombres saben encontrar, entre cada tic tac.
Te acompañé extasiado en aquel gozo del diminuto universo que con tu presencia atrajiste.
Nadie más te vio
Tú me hiciste comprender que la hermosura se expande en todo.
Pero que no puede habitar en el latir apurado de los corazones civilizados.
Para ellos sólo eres el tiempo, el clima, el rocío,... simples gotas de agua.
Pero si pudieran ver tu belleza, su vida ya no podría ser la misma de cada día.
Serian eso que somos tu y yo hermanos del éxtasis de la alegría del vivir.
de Poemas a mi ego, de Eduardo Buenaventura Díaz
4 comentarios:
increiblemente hermoso, entré muy triste l blog, y salí llena de sensibilidad, y alegría de la pureza del poema.
Me gusta, esta super
deberia estar como escritor en la feria del libro, porque sus poemas son espectaculares.
pero.....que bonitooooooooo
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