En el sur de la India,
donde McInnes pasó un par de semanas invitado por Ramana Mohan Maharshi a su
ashram, situado al pie de la montaña sagrada de Arunachalam, famosa desde hace
muchos siglos en la mitología hindú.
Todas las noches, cuando
su anfitrión salía a dar un paseo, segundos después de haber cruzado el umbral
de su residencia, el ganado atado a los pesebres de la aldea cercana, empezaba
a patear para liberarse de sus trabas. Los aldeanos soltaban a los animales, y
ellos se iban triscando y trotando por el camino para acompañar al anciano,
seguidos por todos los perros y muchachos del lugar.
Antes de que la
procesión hubiese avanzado un trecho regular, dice McInnes, se incorporaban a
ella animales salvajes de la jungla, entre ellos diversas variedades de
serpientes. Aparecían millares de pájaros, que casi oscurecían el cielo,
mezclándose los diminutos paros con los enormes milanos y otras aves de presa,
como buitres de pesadas alas, todos ellos volaban armoniosamente sobre el
Maharshi, que seguía su camino. Al volver a casa, animales, pájaros y niños
desaparecían tranquilamente...
extracto de "La vida secreta de la plantas",
pág. 326 Editorial Diana, 1994
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