Cuando niño, mi padre me enseño a volar sobre la música incomparable de Piotr ILyich Tchaikovsky.
Hasta que mi hermano trajo de sus viajes, los discos de Brahms, Mozart y Beethoven.
Y pensé que si existía un cielo, los ángeles tocarían así de bello.
A Vivaldi me lo encontré más adelante y con el comencé a amar a la tierra, a mama naturaleza.
Esos viejos acetatos de la Deustche Gramophon formaron mi mente con las matemáticas musicales y acordaron mi corazón con las cuerdas de maravillosos Estradivarios.
Durante las épocas más difíciles de mi vida el recuerdo de la música de los Grandes Maestros me acompaño como un bálsamo para mi alma.
Mi padre me enseño a mirar el mundo desde otra perspectiva y puso cerca de mí a gigantes sobres los cuales pude observar el mundo desde donde ellos la veían.
Si saberlo mi familia, mi padre me dejo un legado mucho más grande que fortunas o haciendas, me forjo con aquellas notas musicales.
Eso fue la mejor herencia que mi alma recibió ¡la música! para mi es uno de los más grande regalos y bendiciones que el cielo le lego a la raza humana.
Estoy seguro que nadie que tenga en su corazón grabado esas notas creerá que no existe un reino celestial, ¡sería imposible!.
Yo no puedo demostrarte si existe ese lugar, pero si sé que hay algo maravilloso que inspira a los corazones que es más que sangre e impulsos nerviosos.
Que nuestro sistema nervioso, nuestros cuerpos en general, son como las maravillosas creaciones salidas de los geniales talleres de Violines de Cremona.
Por lo que no deberían estar en manos de aficionados, pues lo echarían a perder y desafinar.
Este único instrumento debería ser tocado por un virtuoso instrumentista.
El hombre está en la situación que esta, aquejado de enfermedades, lamentos y sufrimientos de diversa índole.
Porque él se auto titulo el dueño y ejecutante de este maravilloso instrumento.
Porque al desarrollar su intelecto se lleno de soberbia en lugar de honesto asombro ante lo creado y ahora se cree que él es el virtuoso instrumentista.
El hombre hoy quiere tocar una música cualquiera salida de su alienante condición.
Y toca este sorprendente instrumento, esta extraordinaria creación, este afinadísimo instrumento, hecho con toda la sapiencia y la ciencia de un prestigiosísimo y milagroso artesano.
Y por eso es que desafino su instrumento y la música que esparce dicho cuerpo solo desentona con el maravilloso entorno de la creación.
El hombre para que salga de su triste condición es necesario que entregue nuevamente su instrumento o sea:
Sus pensamientos, sentimientos y cuerpo a su creador, para que el que lo creo lo afine, lo brille, lo re-sane.
Y así sanado, lo devuelva a su legítimo dueño, el virtuoso y eximio instrumentista.
¡Su alma!, para que con el toque las maravillosas sinfonías que están inscritas en el corazón del hombre.
Deja que tu alma te guíe entrégate a Dios cual quiera que sea tu concepto de él.
Y si eres ateo entrégate a lo más gran-dios-o de tu ser, de tú íntimo y maravilloso sentir: tú sagrado corazón.
de Poemas a mi ego, Eduardo Buenaventura Díaz.
4 comentarios:
homme oublie ce monde spirituel aussi riche
Questo blog spirituale sempre i benvenuti
Doctor ésta me dejo sin aliento!! Es preciosa y muy profunda.
Felicito su sentir y su forma de expresarlo, es magnífica-espléndida. Practicamente soy uno de sus asiduos lectores y admiro y sé reconocer cuando la gente es erudita, y tiene gran versatilidad sore muchos temas.
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