Deja de lado tu ego, tu personalidad, ¡ponlos al servicio del insondable!, convierte en su servidor, su instrumento y dentro del mundo terreno en su hacedor.

Maestro, ¿por qué quedarse aquí? ya no hay nada en este mundo que me importe, no hay nada que hacer, todo es ilusión.
El viejo sirvió té para los dos mientras se alisaba su rala barba, miro con ternura al joven que tenia frente así.
Le dijo,... por dos razones mi querido amigo:
La primera es que tú no eres el hacedor.
Tu pregunta en si misma tiene la sombra de la ilusión, nosotros no hacemos nada es él (Dios) quien actúa siempre en nosotros lo sepamos o no.
Cuando nos percatamos, nos damos cuenta que somos parte de su juego.
Cuando no,... creemos que lo hacemos todo: trabajar, estudiar, ser padre, ser un santo,...
Como dicen los equipos electrónicos, estamos en modo Ego, jajaja…
Disculpa que me ría no es por ti, es que me parece chistoso el hecho que una imagen en la pantalla de televisión se crea que tiene vida propia.
Cuando su existencia en la pantalla, o sea toda su expresión deviene de los electrones que salen desde el tubo catódico en proyección.
Todo lo que existe deviene de Dios, es Dios no hay nada aparte de él, el es el absoluto, nunca disoluto.

II
Y la segunda te gustara mas porque es una hermosa historia:
Había una vez un joven que buscaba la realización de profundos secretos espirituales.
Y se propuso meditar sin descansar con ese fin, encontrar esa caramente anhelada verdad.
Así, su intención, celo y concentración en tan alto ideal, atrajo la atención de celestes seres.
En especial la de un dios, que la particular meditación y concentración del joven, su corazón tocó.
Y así el dios, se propuso bajar al plano terrestre y poner a prueba su intención, ¿a ver si era tan sincera? como a todos les pareciera.
En este planeta muchos aspiran, (decía el dios) pero pocos son los que mantienen firmeza y convicción en el foco de su atención.
La mayoría por las ilusiones del mundo se desvían y al final de sus ideales desisten.
Así que probemos y veremos, si este es uno de tantos, un tonto o único entre tantos.
Luego descendió, pero en su viaje se transformó, en demonio se disfrazó y a pocos pasos del meditante se apostó.
Y desde ahí susurro: “todo es mutable, todo cambia, nada es inmutable esta es la ley de nacimiento y muerte (de la creación)”
Sessen Doji, (que así se llamaba el joven) volteó asía todos lados y mirando inquirió ¿quién dijo eso?
Pero no había nadie más a su alrededor, sólo un inmundo ser.
¿Acaso tú? dijiste eso, repugnante y asqueroso monstruo.
El dios disfrazado de demonio contestó: sólo balbucea, estoy muy hambriento y cuando estoy así, digo cualquier cosa.
Dime más y termina aquel verso, insistió el joven, pero el demonio le replicó:
Hace mucho tiempo que no como, si me traes algo con que alimentarme te diré el resto.
¡Hecho! dijo Sessen Doji, ¿qué comes? que te lo conseguiré inmediatamente.
El monstruo abriendo sus fauces dijo: carne y sangre fresca.
Y soltando una risa macabra dijo: pero sólo jajaja...humana.
Al joven se le hizo un nudo en la garganta, pero su deseo por la verdad era más grande que su temor.
Le dijo hagamos un trato: yo te doy mi cuerpo y tú me enseñas el verso completo.
Como he de creerte joven desconocido, si te digo el verso completo correrás y te escaparás y yo terminare muriendo de hambre.
Sessen dijo: este cuerpo una vez muerto no me sirve para nada, si me concedes mi deseo seria como cambiar algo inservible por piedras preciosas.
Así que a un muerto saldré ganando.
Además pongo como testigo al cielo, los cuatro guardianes celestes y a los dioses de las diez direcciones como testigos de mi promesa.
El abominable ser respondió, ¡está bien! ahora pon atención, el verso continúa así:
"Extinguiendo el ciclo de la dualidad (bueno, malo, correcto incorrecto, nacimiento, muerte, etc.), uno ingresa en la alegría (al éxtasis) del nirvana".
En esos momentos Sessen Doji salto de alegría y regocijo pues su corazón se complació con la verdad y trascendencia de esta enseñanza.
Y le dijo al demonio, concédeme unos breves momentos para escribir esta noble enseñanza.
luego la trazo en los árboles y las piedras, para que se beneficien con esta sabiduría otros seres y emerja en ellos también la alegría que yo ahora siento.
Terminado esto el joven se subió al macizo más alto y se lanzó sin dudar hacia los pies del demonio.
Pero este, convirtiéndose en el dios que era, en el aire lo levantó antes que cayera.
Entonces lo cielos se abrieron para alabar a un ser sincero, que por encima de sus intereses sacrificó su vida para que los demás disfruten de felicidad. 

III

El humano común no puede entender esto pero tú sí, mi querido, hay un estado anterior a la total iluminación y al fundirte en el infinito.
En ese instante mira así atrás y ve a todos los seres sintientes y sientes su sufrimiento y desesperación pues se queman en las llamas de la ilusión.
Y voluntariamente postergas ese estado de absoluta felicidad para cumplir con un  propósito, el de servir, pues tú eres unos de los pocos que esta despierto.
Todo el universo sirve mi muchacho, todos cumplimos un cometido dentro de la creación.
Sirve la montaña, la humilde hierba del campo, el canto del pájaro, el florecer del árbol, el humano está también hecho para servir.
El universo es una gran maquinaria si lo deseas ver así.
Y como en todo mecanismo perfecto hecho por una mente maestra, nada en si esta fuera de sí.
Un propósito, un sentido, un designio, un servicio hay que ejercer y hacer
Todo tiene un función una intención un porque aunque tú no lo sepas entender ni te parezca que tu existencia ahora tenga razón de ser. 
Nada esta de casualidad, de olvido, de adorno o sin razón de ser.
De otra manera sabrás que la naturaleza siempre busca economizar, no hace nada que no tenga una función y no desperdicia nada en ninguna ocasión.
Se dócil ante el creador entrégate a su influjo y deja que su poder te inflame de ese amor y lo demás vendrá por añadidura.
Deja de lado tu ego, tu personalidad, ¡ponlos al servicio del insondable!, convierte en su servidor, su instrumento y dentro del mundo terreno en su hacedor.

De Poemas a mi ego de Eduardo Buenaventura Díaz